RECUNCHOS CREATIVOS DE...

Nace unha nova sección que pretende dar a coñecer eses traballiños orixinais que sodes quen de crear sen que ninguén vos guíe, tan só as musas inspiradoras.
Nesta ocasión arrancabamos cun inicio e había que inventar a historia a partir do que esas únicas liñas suxeriran. O alumnado de 1º ESO A e 1º ESO C resolveu na proba do exame trimestral este exercicio de expresión escrita na materia de Lingua Castelá e Literatura.
A obra á que pertence o fragmento elixido forma parte da novela Detrás de las ventanas encantadas. Una misteriosa historia de Adviento da autora alemana Cornelia Funke.
 
 
Fuera oscurecía y continuaba nevando. Julia, sentada en la repisa de la ventana miraba hacia el exterior. Deseaba salir al jardín a jugar con la nieve un rato, mas no podía ya que sus padres decían que podía ponerse peor.
Julia estaba enferma hacía más de una semana y no entendía por qué no se curaba de una vez. Llevaba sin ir a clase muchos días, extrañaba jugar con sus amigos...
Sus padres últimamente le consentían mucho. Su padre, cuando venía de trabajar, siempre le traía un juguete nuevo o algún pastelito de sus favoritos; y su madre le cocinaba casi todos los días sus comidas y postres preferidos: pizza, tarta de chocolate, tarta de la abuela, pasta con carne... Esos caprichos eran lo único que la alegraba un poco y le hacían olvidar que no podía ver a sus amigos.
Despertó un día y bajó a desayunar. Encontró a sus padres llorando, intentó preguntarles qué ocurría pero ellos no respondían ni la miraban. Solo lloraban abrazados mientras sostenían la muñeca preferida de Julia.
Pasaron los días y Julia ya se sentía mejor pero sus padres no la miraban, no le hablaban, no le daban de comer ni le hacían ya regalos. Julia no sentía hambre y le extrañaba, pero no le daba importancia ya que pasaba el día intentando llamar la atención de sus padres.
En mitad de la noche despertó y vio una luz blanca frente a su cama. En vez de asustarse, la luz le provocaba calma. Se levantó y fue corriendo hacia ella. Al cruzarla, desapareció. Exacto: Julia había fallecido hacía días mientras dormía, por eso sus padres ya no le prestaban atención, por eso lloraban al sostener la muñeca favorita de su hija.
(Leire Pena Fernández, 1º ESO C) 
 
Fuera oscurecía y continuaba nevando. Julia, sentada en la repisa de la ventana miraba hacia el exterior y parecía como una niña el día de Navidad mientras espera por sus regalos.
A Julia le gustaban los días soleados. Los días de lluvia no es que no le gustasen sino que no le apetecía estar sola. Julia, ese día, como no tenía compañía, primero intentó ver en la televisión su programa preferido. Como tenía frío, encendió la chimenea pero aún le faltaba un detalle: tenía hambre ya que eran las seis de la tarde.
Así que, para dejar de pensar en que era un día lluvioso y en que el sol ni asomaba, en su cabeza decidió cocinar unas galletas de chocolate ya que esas le recordaban a su abuela que estaba en Cantabria.
Las galletas estaban deliciosas y ella se sentó a comerlas, ahora sí, mientras veía su programa predilecto al calor de la chimenea.
De pronto, alguien petó en la puerta. Julia, paralizada por el miedo, abrió como pudo la puerta y vio a su abuela dispuesta a pasar las navidades con ella.
Julia sí vivió una buena Navidad ese año a pesar de que llovió la mayoría de los días invernales. 
(Pedro Cabañas López, 1º ESO C)
 
Fuera oscurecía y continuaba nevando. Julia, sentada en la repisa de la ventana miraba hacia el exterior, con ganas de salir a jugar. Pero no podía porque sus padres no la dejaban. Por dentro los odiaba a la vez que sabía que tenían razón.
No le importó y se dirigió a la puerta para jugar fuera con la nieve. Su madre la encontró intentando salir y le advirtió:
-Como salgas por esa puerta sin mi consentimiento, no vuelves a quedar con tus amigos hasta dentro de cinco meses y olvídate de acariciar al perro porque no lo vas ni a mirar.
Julia, pese a las advertencias maternas, salió de su casa pero no por la puerta sino por la ventana del primer piso. Pensaba que así no la podría castigar ya que le prohibió salir por la puerta, no por la ventana.
Jugó durante horas hasta cansarse. Cuando quiso volver a su casa, sus padres la esperaban en la puerta:
-Te lo advertimos, Julia.
-Pero no salí por la puerta, salí por la ventana.
Por su forma tan creativa de pensar, la dejaron estar con el perro y solo la castigaron sin salir dos meses si sacaba buenas notas. Julia, sorprendida por ese descuento que le hizo su madre ya que no era muy flexible, se fue muy alegre a jugar con el perro. Lo que ella no sabía era que...
A la mañana siguiente se despertó con mucho dolor de cabeza, mucha fiebre y un resfriado tremendo, tanto que tuvo que ir a urgencias y el resfriado le duró tres semanas.
Ahora entendía por qué su madre le había rebajado tanto el castigo. Ya nunca más volvería a saltarse las advertencias de su madre..., o a veces sí.
(Sofía Darroza Villar, 1º ESO A)

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